El tren de la vida

Estábamos sentados en el tren, disfrutando del silencio de la mañana, del paisaje, de la vista del mar... y entonces llegó él! Toda una sorpresa para ambos, habían compartido medio viaje ajenos a la presencia el uno del otro.

Sus miradas se encontraron y una sonrisa sincera se dibujó en sus rostros, no recuerdo los detalles, ella hablaba de la pérdida inesperada y repentina de su marido, de lo que había aprendido en el último año de ausencias, ausencia de su compañía, de los que creía amigos y sólo habían estado paso, de la importancia de la fe, de su fe, de sus creencias en la energía, en que había algo más allá de la vida y de la muerte.
Él la escuchaba atento, afirmando con la mirada cada una de las palabras que ella pronunciaba, ambos habían experimentado una pérdida que les había llevado a evolucionar... y entonces él le dijo:
- Pensaba llamarte!, justo esta semana Dani me preguntó "¿Por qué no la llamas?". 
Ha sido muy agradable haber coincidido dos veces en tan poco tiempo.
Y ella contestó:
- No creo en las coincidencias, creo que todo ocurre por algo!
No pude evitar pensar que tal vez ella llevaba razón, comentaron si intercambiar sus teléfonos o dejarlo al azar, estaban convencidos que aunque no se los anotaran, la vida les volvería a unir, pero quiso asegurarse de que así fuera y ambos tomaron nota. Entonces el tren se detuvo en una parada, el momento que estaban temiendo y esperando, su despedida, y con ella, dos besos, besos que sellaron su sincera intención de volver a reencontrarse.

Me encantó ese viaje! aparte de parecerme una visión muy clara de la metáfora "el tren de la vida" 
Tal vez ella tenía razón, y la vida intentaba decirles algo, intentaba que ambos se dieran cuenta que a pesar de haber superado los 60, tenían ganas de vivir, ambos se habían sacado el carnet monoparental porque les hacían descuentos con él,  habían aceptado que se habían quedado solos, que ya no había familia, ni pareja... aunque la vida intentaba mostrarles que no estaban tan solos.

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